_Breve naturaleza_, de Avelina García Colmenero

Leer a la gente que admiras pero conoces es a la vez una alegría y un reto. Has de separar lo que ya sabes de lo que aprendes. Debes reflexionar sobre si lo que te gusta se debe solo a la letra (ese «alado ser de niebla») o también a los recuerdos.

El último libro que he leído, Breve naturaleza, es de una poeta que conozco, Avelina García Colmenero. Es almanseña, como yo. Fue mi profesora de literatura, allá por 1994; desde entonces nuestros caminos literarios se han ido acercando y alejando. Hace poco retomamos el contacto y, tan generosa como siempre, me envió este poemario sobre el que me atrevo a escribir unas líneas.

Breve naturaleza, publicado por Torremozas, comienza con un poemilla impreso también en la contraportada:

Antes que pájaro

fuiste nido

oquedad caliente

anchura de sol.

No lo olvides:

breve naturaleza.

Hasta después de completar la lectura, uno no sabe a qué hace referencia esa brevedad. Luego queda más clara la idea, a medida que se suceden los poemas incluidos en las tres partes del libro:

  1. La quietud de los patios: es una introducción a los temas del libro, una mirada comparativa de la infancia pasada y la presente. El tono es sereno; el contenido, sabio. El primer poema que quiero destacar es el 9, con esa melancolía de espacios vacíos.
  2. Toxicidad: la parte central prorrumpe como lo hace muchas veces la enfermedad, sin avisar. En ella hay poemas más contundentes, más sombríos también. A menudo deslumbran los últimos versos («Te haces la muerta para que no te vean llorar», por ejemplo). Retumba la sencillez devastadora del poema 4, esos tres versos llenos de empatía o terror.
  3. Breve naturaleza: en la última parte estamos ya metidos en el viaje y, aunque temerosos por el devenir, percibimos un rayo de esperanza. Los cambios en la vida están presentes no solo en la voz poética, sino también en las personas que la rodean (la hija que crece). Mi favorito aquí es «Venid alados seres de niebla», un poema que podría representar el libro entero y que, de hecho, he elegido leer en la próxima edición de Uni-Verso, el encuentro de la universidad con la palabra, el 4 de mayo de 2023 en la Facultad de Letras de la UPV/EHU.

Dice García Colmenero que «De la lectura de un libro, a veces, solo queda un verso»; sin embargo, de Breve naturaleza queda mucho más. Me llama la atención la querencia por los espacios, casi siempre interiores: los patios, la habitación, el armario… pero también la sala de hospital. Los objetos (el fluido azul, los animales fluorescentes), aunque quietos, destilan una sobriedad amenazadora.

Breve naturaleza es un libro responsable. Porque tiene en cuenta a los ancestros y también a la descendencia. Porque dibuja una línea trazada con sororidad para unir a las mujeres de la familia («No eres como algunas mujeres, | eres como todas»). La poeta manifiesta gratitud hacia las que la han precedido, cuya compañía y ejemplo sirven de inspiración para superar el dolor. Y reflexiona también sobre su propio papel en esa línea de tiempo que atraviesa su dinastía.

Yo no sabía que había llegado tu libro a mi buzón. Tú te estás enterando ahora de esta lectura atenta y agradecida.

Va por ti, Avelina.

_Las 500 dudas más frecuentes del español_

Una de las sensaciones editoriales para la temporada prenavideña del 2013 fue, sin duda, Las 500 dudas más frecuentes del español, firmado por el Instituto Cervantes (Florentino Paredes García, Salvador Álvaro García y Luna Paredes Zurdo) y editado por Espasa. Se trata de uno de esos libros de dudas que hacen las delicias de aquellos que disfrutamos con los temas de corrección lingüística. No es un diccionario propiamente dicho, sino más bien un compendio de respuestas a las cuestiones más problemáticas con las que tenemos que enfrentarnos diariamente quienes trabajamos con el español. De hecho, su estructura se asemeja más a la de un blog; recuerda, es más, a la página web de la Fundéu.

dudas

Tras la presentación, las dudas se dividen en cinco grandes bloques, dudas sobre:

  1. la pronunciación y la ortografía;
  2. la gramática;
  3. el léxico;
  4. el significado de las palabras; y
  5. el texto.

Además, se incluye al final una bibliografía, un índice de palabras, expresiones y materias y un interesante índice extra, escrito a modo de preguntas directas, con el que podemos poner a prueba lo que hemos aprendido tras leer la obra.

No es un libro para leer de un tirón, sino para tenerlo a mano e ir avanzando poco a poco (siempre que seas un apasionado de estos temas) o para consultar cuando aparezca una duda en concreto (en los demás casos). Lo mejor de la obra, además de su actualidad, es que bebe de otras muchas autoridades, como la Nueva gramática de la lengua españolala Ortografía de la lengua españolael Diccionario panhispánico de dudas o el célebre Manual de estilo de la lengua españolade Martínez de Sousa. Se ha llevado a cabo una gran labor comparativa entre todas las obras consultadas, de manera que la respuesta arrojada es siempre la más actual o la más precisa.

Por todo ello, recomiendo encarecidamente (valga el cliché) la compra de este libro, sobre todo para aquellos que nos debemos a un idioma y que alguna vez hemos dudado cómo se pronuncia ‘quid’, si es correcto decir ‘médica’, si es lo mismo ‘eficiente’ que ‘efectivo’ o si es necesario escribir con mayúscula inicial el asunto de los correos electrónicos.

Esas y 496 dudas más.

_Última temporada_

Me gusta leer antologías. Me gusta, especialmente, leer antologías como esta que acabo de terminar: Última temporada. Son antologías que pretenden retratar a una generación. El subtítulo del libro reza Nuevos narradores españoles 1980-1989, así que el libro es el descendiente directo de otro volumen publicado por Lengua de trapo años ha, también leído por mí, y con otro sugerente título: Páginas amarillasCreo recordar haber leído cuentos de Juan Manuel de Prada y Lucía Etxebarría, entre otros, en aquel libro. En este, los elegidos son una veintena de jóvenes seleccionados por el también escritor Alberto Olmos, a quien se debe además el prólogo, un breve texto que, según supe en el Festival Eñe, había causado cierto revuelo en los cenáculos literarios.

Pero me interesa hablar de los cuentos, básicamente. Puedo decir que, en general, se aprecian voces con oficio y personalidad. Algunos relatos están, obviamente, más logrados que otros. De hecho, pude experimentar en algunos casos una sensación que tengo con ciertos relatos míos: me gustan, están bien, avanzan bien, responden a una buena idea, qué coño, a una idea cojonuda, pero, por alguna razón, no terminan de cuajar. Me ha pasado, como digo, con algunos de los cuentos incluidos en esta antología. No obstante, me centraré en los autores que han llamado más mi atención, los que me han dejado con ganas de más (sin que esto signifique que no vaya a leer más de los otros, precisamente por haberme sentido identificado con ellos, como he dicho).

De la primera parte del libro quiero destacar los cuentos de Guillermo Aguirre y Jimina Sabadú. El primero es una estupenda obra metatextual, que demuestra la maestría del autor como narrador. El segundo es un juego, un ejercicio de estilo con un tipo de narrador que le sonará a más de un televidente.

En la segunda parte del libro es donde me he topado con más cuentos que, en mi humilde opinión, adolecen de cierta falta de verosimilitud. Aun así, tengo que recomendar el cuento de Aloma Rodríguez, fresco y con ritmo, y el de Rebeca Le Rumeur, brevísimo, que en un principio no me convencía pero que luego, al llegar al punto final, dejó en mí un sentimiento extraño, entre la estupefacción y la sorpresa, que es difícil de lograr en tan pocas palabras.

Por último, la tercera parte incluye cuatro relatos más extensos y, también, más ambiciosos. Aunque estoy acostumbrado a la lectura de cuentos más breves, he saboreado la intensidad y el estilo con el que están escritos tres de ellos: el de Juan Soto Ivars, el de Cristina Morales y el de Laura Fernández. El primero es interesante por el tono y la ambientación; del segundo me maravilla el uso del lenguaje y el estilo en general; finalmente, el de Fernández me pareció un prodigio de originalidad.

últimatemporada

Lo importante de un libro es que te deje con ganas de más, y eso me ha ocurrido con este. Seguiré de cerca a estos autores, no solo a los destacados, sino a otros con voces interesantes, como Víctor Balcells Matas, Salvador Galán Moreu, Juan Gómez Bárcena o Pablo Fidalgo Lareo. Los que escribimos cuentos sabemos que es casi un milagro que alguno salga redondo. Ay, cómo me habría gustado estar en la Última temporada. ¡Qué os voy yo a contar!

En la casa

Uno se lanza a la crítica de literatura o de otras disciplinas artísticas cuando se siente especialmente movido por algo; el sentimiento puede derivar de una decepción flagrante o de una profunda satisfacción. El caso que voy a comentar hoy se encuadraría en esta última posibilidad: ayer estuve en el cine viendo En la casa, de François Ozon.

"stylized house", de Paolo Savini

Creo recordar que hace ya varios años asistí a la ópera prima de este director, Gotas de lluvia sobre piedras calientes. Luego he sabido que no figura entre las mejores obras de su filmografía pero la impresión que me dejó a mí, personalmente, fue la de un director con una voz muy original. La película que disfruté ayer en el cine está varios niveles por encima de aquella que supuso mi descubrimiento de François Ozon: no en vano, ha sido la ganadora (Concha de Oro) del último Festival de Cine de San Sebastián y la crítica especializada (véase la de Carlos Boyero, por ejemplo) la considera obra cumbre de una carrera que desde ya se consolida.

Y es que tiene numerosos aciertos. En primer lugar, la acción la sostiene una serie de personajes muy atractivos, especialmente los dos protagonistas: un profesor inflexible y riguroso y un talentoso alumno de hipnótico comportamiento. En segundo lugar, un ritmo ágil que mantiene al espectador en un estado de tensión, y por ello se aleja del típico cine francés parsimonioso. Y en tercer lugar, en lo que creo el mayor logro de la película, un guion adaptado de una obra de teatro del español Juan Mayorga que resulta extraordinario. Es de rigor subrayarlo: extraordinario: una sucesión de giros inesperados, un juego constante en el que la realidad se come a la ficción y la ficción coloniza la realidad, una provocadora metáfora sobre cuál es la función del creador de historias y cuál es la naturaleza del lector o consumidor de historias, de esa persona (¿personaje?) que siente la ineludible necesidad de mirar a los otros, de espiarlos, de entrar en sus vidas, en sus familias, en sus casas.

La piel fría

Tras un verano interesante y un principio de curso lleno de cambios, por fin he podido dedicarme a la lectura de un libro, la obra que me recomendó Lupercalia hace ya unos meses: La piel fría, de Albert Sánchez Piñol, en la versión traducida al español por Claudia Ortego Sanmartín.

Es el típico libro que regalas a alguien (en este caso, la agraciada fue Patrydoo) con la esperanza sincera, y también algo ruin, de que algún día te lo acabe prestando. Yo no me he ido muy lejos esta vez, porque, tras ser devorado por mi madre, mi tía y mi propia hermana, ha caído en mis garras y ha sucumbido.

Para quien no la ha leído todavía, se trata de una novela de ciencia ficción atípica por estos lares. Digo atípica porque, por un lado, ha conseguido rebasar esa etiqueta para llegar al gran público, con un notable éxito; y, por otro lado, porque a diferencia de otras obras contemporáneas del mismo género, esta tiene calidad. Probablemente, estas dos características estén relacionadas: tiene calidad y por eso ha llegado al gran público.

Debo decir que me ha gustado bastante, sobre todo el final, que muestra el recorrido (físico y psicológico) del protagonista. Lo que engancha, además de la audacia del tema, es el ritmo de la novela. Creo que el autor sabe acelerar la acción con maestría, tras remansos de paz que van deviniendo cíclicos, para que nos volvamos un poco locos, también nosotros, con lo que acaece en aquella isla.

Como punto negativo citaría ciertas digresiones que tratan de «ejemplarizar» o «filosofar» con la historia. Me parece que no hacía falta explicitar ciertas ideas que, de manera bastante natural, surgen en el lector. Y, en lo técnico, he detectado cierto abuso de las frases cortas, así como de la profusión de rimas internas. Pecata (que no petaca) minuta, no obstante.