Sistemas de autogobierno que ejecutan transiciones de fase

Hace unas semanas, en el curso de emprendizaje, la profesora sacó a colación el tema de la comunicación instantánea y puso de ejemplo el caso de las hormigas. No pude evitar recordar un artículo de Eduard Punset recogido en Cara a cara con la vida, la mente y el universoun libro excepcional que, además, contiene un importante arsenal de informaciones y datos curiosos para estimular la imaginación. A mí, por lo menos, me sirvió para descubrir un sinnúmero de elementos que se comportan de esta forma en la naturaleza: las células que se mueven todas a una cuando aparece una enfermedad; las bandadas de pájaros, impredecibles, veloces; las moléculas de vodka, congeladas a la vez; la sincronización de los ciclos menstruales en mujeres que duermen bajo el mismo techo; las luciérnagas que emiten luz en el mismo instante o el momento mágico en que aparece la conciencia en el cerebro, por poner solo unos ejemplos.

Hace apenas una semana se ha publicado un estudio que da respuesta a este fenómeno desde el campo de las matemáticas. Lástima. Cuando escribí el cuento (y cuando fue publicado el libro de Punset) este tipo de coincidencias seguía resultando básicamente misteriosas, lo que me llevó a pensar, desde la perspectiva de lo literario, qué pasaría si un determinado grupo de seres humanos empezara a actuar al unísono. Me imaginé la voluntad individual cercenada por la voluntad común, pero no lo consideré desde lo negativo (no, esta vez) sino con una inquietud más bien lúdica. ¡Cuántos grupos existen cuyos miembros parecen obedecer todos al mismo mandato invisible! Qué sensación tan horrenda la de sentir que tus acciones solo tienen sentido en el contexto de las de los otros, de las acciones gemelas que también desarrollan los otros. Y, sobre todo, qué sensación más maravillosa la de recuperar al fin la individualidad perdida. Ante la explicación científica, yo me quedo con lo mágico.

'Flock of birds', de Eugene Zemlianskiy

He incluido una historia inspirada en los sistemas de autogobierno que ejecutan transiciones de fase en mi nuevo libro de cuentos, para el que —dicho sea de paso— busco editorial.

Neocórtex

Parece que la neocorteza o neocórtex es la zona del cerebro que de verdad nos distingue (del resto) de los animales. Aunque, dicho sea de paso, el salto evolutivo no se basa meramente en la capacidad de razonar: leyendo a Antonio Damasio descubres que, más que «pensar, luego existir» (como proponía Descartes), «existimos, luego pensamos».

Lo cierto es que el neocórtex tiene seis capas, nada menos. En esas seis láminas superpuestas cabe el grueso de nuestras decisiones: no solo lo consciente y más o menos elaborado, sino también aquello que surge de la intuición y del duende.

Imagino los pedazos de información atravesando esas cinco fronteras, llevando algo así como una bola de arena que muta a cada paso, que recoge polvo en las tolvaneras y exprime agua cuando el calor incordia: pedazos de información que sin embargo resisten y llegan en esencia a su destino, con un poco de suerte a la palabra.

"Valnöt—Neocortex", de aselundblad

He incluido una historia inspirada en el neocórtex en mi nuevo libro de cuentos, para el que —dicho sea de paso— busco editorial.