En el fondo, un jugador tiene mucho más en común con sus contrincantes que con los compatriotas a los que representa. Ese chico y yo llevamos una vida al margen del resto: rodamos de hotel en hotel, abrazamos una mujer distinta cada noche… Nunca nos encontramos lejos de las sesenta y cuatro casillas y, sin embargo, estoy seguro de que ambos sentimos el mismo cansancio en este viaje infinito por los tableros del mundo.
(De J. Mayorga)