Hace ya unos años que mi amiga Hazm me regaló un volumen de segunda mano del clásico de Petronio El Satiricón. Lo he tenido en la estantería, muerto de risa, desde entonces, y no ha sido hasta este año que me he decidido a leerlo.
Debo decir que me ha sorprendido gratamente. Se trata de un interesante relato de las
costumbres más mundanas de la Roma clásica. Y yo, que no me caracterizo por un interés exacerbado por la Historia, reconozco que he sonreído con el uso y el abuso de bacanales, es decir, de banquetes rebosantes de gula, amor homosexual y heterosexual (pero más del primero) y, sobre todo, con esa pareja de indecentes enamorados: Encolpio y Gitón. ¡Ay, Gitón, qué pasiones levantas!
Y, para no aburrir, dejo una frase célebre que pronuncia uno de los personajes y que
ilustra el a veces surrealista tono de la obra:
«¿veis al esclavo ese? -me contestó-. Pues se llama Trincha; de modo que cada vez que el amo repite esa palabra pronuncia su nombre y al mismo tiempo indica su obligación.»
Desternillante, ¿verdad?
Hazm?